7 MINUTOS

No tener una actividad en las manos fácilmente hace trabajar la memoria

Normalmente cuando salgo a hacer vueltas tengo a la mano un libro o mi celular revisando redes o escuchando música, pero el tema de seguridad en la ciudad está tan denso que esa posibilidad ya no es viable, entonces me pierdo en la calles, en observar todas las cosas, las personas es más a veces creo historias en lo que veo.

Pero a veces simplemente mi mirada se pierde en recuerdos y hoy no fue la excepción, mientras miraba una imagen en la calle llegó a mi cabeza el momento en el que me humillé por primera y espero única vez en la vida.

Por alguna razón mi cabeza empezó a transmitir como si fuera una película el momento en el que él me dijo que se iba con su maleta negra cargada de ropa. Recuerdo que las lágrimas brotaban de mi rostro como una fuente y no se detenían.

Él abrió la puerta del que hasta ese momento fuera nuestro hogar y yo me tiré de rodillas al piso, abrace sus rodillas y le supliqué que no se fuera, le prometí cambiar lo que sea que debiera cambiar para que se quedara, le repetí que pensará en nuestro hijo, que recordará nuestras conversaciones del futuro inmediato que ya íbamos a empezar a armar, de nuestra conversación hablando de nuestra vejez, le recordé todo lo que dejé por él, de maleta que había desempacado por quedarme a su lado y todas las palabras que seguramente dije y ya mi memoria bloqueo.

Recuerdo que me miró con odio y al mismo tiempo con lástima, miró al niño y me dijo párese de ahí que Santi la está mirando, me empujó de la cabeza y me pidió que lo soltará. Cerró la puerta me tomó por el brazo y me levanto y paro en la cocina junto a nevera y me grito que ya no más que él no quería seguir ahí y que lo perdonara.

Lo miré con la cara lavada en lágrimas sin poder decir nada, lo abracé por la cintura y una vez le pedí que no me dejará, me soltó los brazos y me dijo que se tenía que ir, que ya no más, así que un último intento de recuperarlo le pedí que me permitiera besarlo una vez más y me dijo que no, le supliqué que por favor que era lo último que le pedía y me permitió acercarme y apenas toque sus labios me empujó, me hizo a un lado y salió, y con él no solo salía su ropa, salió un pedazo enorme de mi alma, un pedazo aún más grande de mi corazón y un montón de sueños que habíamos dibujado para nuestro hijo, para nuestra familia, para nosotros.

Ese fue quizá el día más doloroso y denigrante para mi hijo y para mi y sentí que debía escribirlo para sacarlo de mi ser para no volver a recordar ese episodio y cerrar ese capítulo en mi vida y recuperar mi dignidad y cerrar esa herida enorme dejó el haber entregado tanto amor.

Deja un comentario